Soy fan de Boris Vian (creo que lo he dicho de muchos, pero siento esto al leer un cuento o novela, sin importar de quien sea, cuando me toca alguna fibra) , y me da gusto encabrona que existan esta clase de tipos que nacen con talento para casi todo, fue escritor, poeta, cantante, músico, actor e ingeniero.
Lo siguiente está pirateado de otro blog, pero no encontré mejor manera de describir la trayectoria de Vianpor un escaso talento para escribir.
Lo siguiente está pirateado de otro blog, pero no encontré mejor manera de describir la trayectoria de Vian
Boris Vian siempre supo que habría de vivir muy poco -murió con 39 años-, por eso desarrolló una actividad tan frenética. Se puede decir, por el carácter de su diversidad creativa, como opinan varios, que Vian fue un hombre del Renacimiento. Fue un verdadero adelantado del pensamiento libertario y progresista; vivió muy poco pero sólo su obra literaria es superior a los 20 títulos, entre poemarios, novelas, piezas teatrales, ensayos y otras aventuras con la palabra.
Y bueno, el cuento básicamente dice que se disfrutaría más del amor sí fuera ciego.
"Pero no deja de ser divertida la nieblecita... Casi se podría decir que alimenta. Como usted sabe, yo como bastante bien... Pues bueno, desde hace tres días, con un vaso de agua y un trozo de pan me basta.
-Va a adelgazar -observó Orvert.
-¡Ja, ja, ja! -cacareó la portera con su risa parecida a un saco de nueces cayendo por la escalera desde el sexto piso-. Compruébelo por sí mismo, señor Latuile. Nunca me había sentido tan en forma. Incluso los melones se me están volviendo a poner en su sitio... Compruébelo, compruébelo por sí mismo...
-Esto..., yo... -dijo Orvert.
-Palpe, palpe, le digo que palpe.
Y cogiendo la mano del sentenciado, la colocó sobre el remate de uno de los melones en cuestión.
-¡Asombroso! -constató Latuile.
-Y eso que tengo cuarenta y dos años -informó la portera-. ¿Eh? ¿Quién lo diría? ¡Ah...! y es que las que son como yo, un poquito gruesas por donde es debido, tienen esa ventaja...
-¡Pero por todos los santos! -exclamó Orvert asombrado-, ¡Está usted desnuda...!"
-Va a adelgazar -observó Orvert.
-¡Ja, ja, ja! -cacareó la portera con su risa parecida a un saco de nueces cayendo por la escalera desde el sexto piso-. Compruébelo por sí mismo, señor Latuile. Nunca me había sentido tan en forma. Incluso los melones se me están volviendo a poner en su sitio... Compruébelo, compruébelo por sí mismo...
-Esto..., yo... -dijo Orvert.
-Palpe, palpe, le digo que palpe.
Y cogiendo la mano del sentenciado, la colocó sobre el remate de uno de los melones en cuestión.
-¡Asombroso! -constató Latuile.
-Y eso que tengo cuarenta y dos años -informó la portera-. ¿Eh? ¿Quién lo diría? ¡Ah...! y es que las que son como yo, un poquito gruesas por donde es debido, tienen esa ventaja...
-¡Pero por todos los santos! -exclamó Orvert asombrado-, ¡Está usted desnuda...!"
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