martes, 25 de marzo de 2008

Los ladrones de cadáveres

Antes era más difícil conseguir cadáveres para ser estudiados por los médicos en las facultades, otro problema, era que no existian, las modernas maneras de conservación por lo que la situación se complicaba.

Cuento escrito por Robert Louis Stevenson, en la misma línea de Allan Poe, que leído con la atmósfera apropiada, te erizará los cabellos de la nuca.

"Como casi estaban terminando ya su aborrecible tarea, juzgaron más prudente acabarla a oscuras. Desenterraron el ataúd y rompieron la tapa; introdujeron el cuerpo en el saco, que estaba completamente mojado, y entre los dos lo transportaron hasta el calesín; uno se montó para sujetar el cadáver y el otro, llevando al caballo por el bocado fue a tientas junto al muro y entre los árboles hasta llegar a un camino más ancho cerca de la posada Fisher's Tryst.

Celebraron el débil y difuso resplandor que allí había como si de la luz del sol se tratara; con su ayuda consiguieron poner el caballo a buen paso y empezaron a traquetear alegremente camino de la ciudad.

Los dos se habían mojado hasta los huesos durante sus operaciones y ahora, al saltar el calesín entre los profundos surcos de la senda, el objeto que sujetaban entre los dos caía con todo su peso primero sobre uno y luego sobre el otro. A cada repetición del horrible contacto ambos rechazaban instintivamente el cadáver con más violencia; y aunque los tumbos del vehículo bastaban para explicar aquellos contactos, su repetición terminó por afectar a los dos compañeros."

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miércoles, 12 de marzo de 2008

Charon

Lord Dunsany
El título se debiera ser Caronte en español, ya que se refiere en la mitología Griega al barquero de Hades, el encargado de guiar las almas errantes de los difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte, sí tenían una moneda pagar el viaje, por esta razón en la antigua Grecia a los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua. Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, hasta que Caronte accedía a llevarlos sin cobrar. Buenos los links por sí les interesa un poco la mitología Griega.

Charon se inclinó hacia delante y remó. Todas las cosas eran una con su cansancio.

Para él no era una cosa de años o de siglos, sino de ilimitados flujos de tiempo, y una antigua pesadez y un dolor en los brazos que se habían convertido en parte de un esquema creado por los dioses y en un pedazo de Eternidad.

Si los dioses le hubieran mandado siquiera un viento contrario esto habría dividido todo el tiempo en su memoria en dos fragmentos iguales.

Tan grises resultaban siempre las cosas donde él estaba que si alguna luminosidad se demoraba entre los muertos, en el rostro de alguna reina como Cleopatra, sus ojos no podrían percibirla.

Era extraño que actualmente los muertos estuvieran llegando en tales cantidades. Llegaban de a miles cuando acostumbraban a llegar de a cincuenta. No era la obligación ni el deseo de Charon considerar el porqué de estas cosas en su alma gris. Chanon se inclinaba hacia adelante y remaba.

Entonces nadie vino por un tiempo. No era usual que los dioses no mandaran a nadie desde la Tierra por aquel espacio de tiempo. Mas los Dioses saben.

Entonces un hombre llegó solo. Y una pequeña sombra se sentó estremeciéndose en una playa solitaria y el gran bote zarpó. Sólo un pasajero; los dioses saben. Y un Charon grande y cansado remó y remó junto al pequeño, silencioso y tembloroso espíritu.

Y el sonido del río era como un poderoso suspiro lanzado por Aflicción, en el comienzo, entre sus hermanas, y que no pudo morir como los ecos del dolor humano que se apagan en las colinas terrestres, sino que era tan antiguo como el tiempo y el dolor en los brazos de Charon.

Entonces, desde el gris y tranquilo río, el bote se materializó en la costa de Dis y la pequeña sombra, aún estremeciéndose, puso pie en tierra, y Charon volteó el bote para dirigirse fatigosamente al mundo. Entonces la pequeña sombra habló, había sido un hombre.

"Soy el último", dijo.

Nunca nadie antes había hecho sonreir a Charon, nunca antes lo había hecho llorar.

jueves, 6 de marzo de 2008

Las Bestias Oscuras

En lo personal, me gustan mucho los cuentos en los que nunca se sabe de que se tiene miedo, el terror de algo que nunca ves, y eso fue lo que hizo H.P. Lovecraft, sin embargo este pequeño cuento lo escribió uno de sus amigos en 1934 Frank Belknap Long, con notada influencia del horror cosmico.

"Pasada la medianoche, Peter se despertó. Se sentó, se frotó los ojos y miró aturdido a su alrededor. Algo daba golpecitos en el cristal de la ventana. Peter no quería salir de la cama. La noche era fría y se sentía caliente y cómodo bajo las gruesas mantas.

Pero algo daba golpecitos en la recia ventana, con insistencia, de un modo monótono. Tap, tap-tap, tap, tap, tap-tap, tap.

Despacio y de mala gana, Peter retiró las cubiertas y saltó al suelo.

-Ya voy -exclamó-. Abriré la ventana. Haré lo que quiera. La abriré completamente.

Cruzó temblando el pavimento. Su corazón latía con fuerza salvaje, y el miedo y el terror aparecieron en sus ojos."